La Habitación Vacía

(Diario Emocional de la Ausencia)

Mi madre falleció el 1 de febrero de 2023. Había cumplido 100 años y cuatro meses. Los últimos 10 años había vivido conmigo y con Manolo. Con salud, con buen humor y disfrutando de cada día.

Cuando se iba a cumplir un mes de su muerte inicié un pequeño diario recordando los últimos días de hospital y las sensaciones que me traían su pérdida.

28 de febrero de 2023

¿CUÁNDO VOLVEMOS A CASA?

Una pregunta que me atravesó de parte a parte. Volver a casa. Al calor. A la seguridad. A la luz de los días compartidos.
Al descanso en el sillón, con los ojos cerrados, repasando la vida.
Esa pregunta dicha en unos momentos tan terribles, enganchada a la bomba de morfina que va a ser letal, sumida en la inconsciencia, me lleva a preguntarme que es lo que nos llevamos de la vida, con qué recuerdos se mece el último aliento.

“El traje de novia me ha quedado precioso”. Qué orgullo en la voz. El vestido se lo hizo ella porque no eran tiempos para compras. 80 años después y aparece la novia. Cada costura lleva una emoción. Otros tiempos. La vida interior que bulle de pasado.

“Nos hemos refugiado aquí y se está bien”. La guerra aparece también en las horas finales. Guarecida de las bombas. Volver al hogar. Un deseo que ya no pudo cumplir.

1 de marzo de 2023

LUZ, SIEMPRE LA LUZ

A mi madre le gustaba la luz. No podía dormir con la persiana bajada. A pesar del frio o del calor siempre me advertía cuando la tapaba para dormir: “Más arriba la persiana, hija. Que entre bien la luz”.
Tuvo luz. Y espero que siga teniéndola. Una ramita de almendro en flor la acompañará en su último viaje al pueblo.
Ella, que amaba los almendros tanto.

28 de marzo de 2023

“TIENES LAS MANOS MÁGICAS”

Eso decía muchas veces. Taparla por la noche, ponerle crema tras la ducha, tocarle las manos, la cara. Todo lo agradecía. Decía que mis manos le aliviaban cualquier molestia.
Lloro su pérdida. Van pasando las semanas y noto que su presencia, tan fuerte en esta casa, se va reposando.
Quité su ropa, sus cosas (fueron a Turquía tras el terremoto), en un intento de que la ausencia saliera también por la puerta.
Me he quedado con algunas cosas, utilizando los frascos que quedaron a medias: su pasta de dientes, el gel de ducha, el champú, la crema… todos se van agotando. Se va borrando la presencia física. Su halo sigue flotando en cada rincón de la casa, en el sillón donde se sentaba y donde transcurrían sus horas.

4 de abril de 2023

FLORES

Cada semana pongo flores nuevas en la mesita del salón, cerca de su sillón. Acompañar su recuerdo. Acompañar el sitio donde ya no está.
Intento que haya rosas. Le encantaban. Se detenía en el jardín contemplando cómo iban creciendo, cada día y admiraba el despliegue de colores que conseguía Luis, el jardinero.

Este invierno apenas pudimos ir caminando hasta la catalpa. Desnuda de hojas, firme guerrera contra el frío de enero. No podrá ver cómo se llena de brotes y de vida. Esa especie de milagro que llega cada primavera.

Este verano, la catalpa no podrá admirar las arrugas de sus 100 años, ni el andar pausado y cuidadoso, siempre con la vista fija en el suelo. Yo le apremiaba para que levantara los ojos.

Empieza la Semana Santa. Sin ella. Ya huérfana de padre y madre. Sintiendo un dolor profundo por la ausencia, que ni las rosas ni la catalpa son capaces de mitigar. Tan perdida….

10 de abril de 2023

AGUA

Todas las noches un vaso con agua en la mesilla. Un par de veces el vaso voló por la habitación de madrugada. Tras mi susto y su inquietud le decía : “No pasa nada”. Recogía el agua del suelo y a dormir.

La última vez que le di agua, ya en el hospital y a pocas horas de su final, no supe hacerlo. Hacerlo bien. Ella medio recostada, mi brazo sosteniendo su cabeza y todo el vaso se desparramó cuello abajo. Sus ojos en ese momento, tan tristes. Esa huida que no encontraba escapatoria. Mis nervios no me dejaban volver a la ternura.

Ese agua es ahora desierto en mi recuerdo.

No debería quedar sino la memoria de los otros vasos, los que durante 10 años puse a su alcance.

Perdóname.

12 de abril de 2023

LA PASTA DE DIENTES

Según pasan los días, las semanas, van diluyéndose los rastros de su presencia.
La habitación está vacía, pero todavía resuenan los ecos de su voz, el ruido del andador, el silencio grande y plomizo de su presencia en el salón.

Repartí su ropa. Guardé las joyas. Me quedé con sus prendas más queridas.

Al principio, y muy rápido, lo lavé todo, limpié cajones, vacié armarios… hoy busco su olor por los rincones.

Me quedé con su pasta de dientes. El tubo a medias que ella enroscaba cada día. Han pasado más de dos meses y ya apenas queda nada. Cuando lo abro, mis huellas tocan sus huellas. La nada. El vacío. Quizás unas moléculas de epidermis en las estrías del tapón. Apenas nada.
La ausencia gana terreno cada día. Imparable.

17 de abril de 2023

LA PIEDAD

Apenas le quedaban unas horas de vida y ya iban cesando sus despertares. Fue el último, el más desgarrador, el de la despedida definitiva. Se incorporó con fuerza. Con los ojos abiertos, velados, llenos de angustia. Intentó hablar, la boca abierta. Manolo me gritó que la abrazara. La tuve unos segundos, largos, estrechando su cuerpo, besándola, intentando trasmitirle una serenidad de la que carecía. Y todo el amor.

No recuerdo mis palabras. Quizás le pregunté si quería algo. Creo que le dije una y otra vez que la quería.

Fue cediendo la fuerza, descansando al fin la cabeza en la almohada. El cuerpo entregado a la pérdida de vida definitiva. Lo supo. Estoy segura que sabía que había que dejarse ir. Que sabía, también, todo el amor que dejaba atrás. Que la acompañamos Manolo y yo hasta el último segundo.

Sigo notando su cuerpo, su fuerza, su vida perdiéndose entre mis brazos. Ese calor último que es el amor desprovisto ya de cualquier barrera física, cuando sabes que lo único que te va a quedar es la pérdida.

18 de abril de 2023

GRACIAS

“Muchas gracias, Dios te lo pague, hija”

¡Qué difícil es decir gracias! Mi madre todas las noches, absolutamente todas las noches, me daba las gracias después de que la tapara, le subiera bien el embozo y le diera un beso.

Al darme la vuelta para salir de la habitación siempre le respondía: “No hay porqué darlas. Dios ya me lo ha pagado” y le acariciaba la punta del pie que abultaba debajo de la manta. Con los audífonos quitados era imposible que me oyera, así que simbolizaba con ese gesto mi repuesta. Gracias, mamá.

20 de abril de 2023

PREGUNTAS

Hoy voy a ir a practicar Taichi. A mi madre le encantaba. Lo hacía con su club de mayores y cuando me veía practicarlo se unía a mis movimientos. En los últimos años ya no. El andador era una barrera demasiado fuerte.
He dejado de llorar cada día. En ocasiones se asoman algunas lágrimas. No las contengo. Sé que aún me queda mucho por llorar. El dolor es grande pero ya no es agudo. Sigo haciéndome preguntas.
¿Por qué tenía esa necesidad de morir?
¿Qué le llevó a esa decisión tan definitiva?
¿La perspectiva de la silla de ruedas?
¿Mi inquietud ante la imposibilidad de ir afrontando en casa la nueva dependencia que se ceñía sobre ella y sobre todos?
¿Por qué ese dormir tan hondo y largo en los últimos días?
¿Y esa pregunta ‘cuándo volvemos a casa’?
Volver a casa. Una y otra vez me lo pregunto.
Volvería yo a las noches en que la oía respirar tan a gusto en su habitación. Cumplido el día. Contenta.
Aquellas noches en que mi perro dormía debajo de la escalera, feliz, tranquilo. Sabiéndose a salvo. Todos estábamos a salvo. Y la muerte aún nos parecía algo lejano.

25 de abril de 2023

SUEÑOS

A veces la oigo. Escucho su voz en medio de la noche. Me llama. Apenas un susurro que me llega en tono de súplica y me hiere al despertarme y saber -después de unos segundos de incertidumbre en medio del sueño- que no. Que ya no está. Que es mi imaginación la que me llama para que acuda y me encuentre su habitación vacía. De ella y de sus cosas. Tan llena de su presencia, de su voz pausada, de su sonrisa. Vacía ya de sus cosas. Sólo quedan las fotos, su nombre en árabe, el reflejo de su cara en el espejo, ya imaginado.

Hoy sigo llorando su ausencia, tan viva y atroz.
La pena que vivo como el que sabe que tiene que pasar la gripe. No hay vacuna para este dolor. Sentirlo, expresarlo. Soñar con ella cada noche. Vivir lo que no vivimos juntas y ahora añoro. Tener la maldita certeza de que no hay vuelta atrás.

26 de abril de 2023

JOYAS

Ayer, una vez más, estuve repasando las joyas de mi madre. Tengo una bolsa repleta de cajitas y estuches con sus pequeñas cosas. Las más personales. Mientras tocaba y limpiaba cada una de ellas me surgían preguntas: ¿De dónde viene este colgante? ¿Y estos pendientes de brillantes? Se los regalaría mi padre…¿con qué motivo? ¿Qué historia hay detrás de cada pieza más o menos hermosa? ¿Cuándo lo estrenó? ¿Era una ocasión especial?
En estas cajitas hay recogidos viajes, ilusión, encuentros. Muchos de ellos se los regalamos los hijos.
Yo me he quedado con algunas de esas joyas. Me las pongo. Llevo sus cadenitas con la cruz y la mano de Fátima.
Es difícil llevar encima su recuerdo. El rastro dorado de su amor.

3 de mayo de 2023

COMER

Tres meses ya. Las comidas en casa han perdido brillo. La elección de la compra, lo que cocino. Ella sigue muy cerca. Se ha interrumpido su disfrute y yo intento respetar ese silencio del ánimo.

Vi el vídeo en el que hacía el “ajo” murciano. Tan mayor y machacando el mortero con fuerza y tino.

Los viernes de marisco pagado por ella. Con qué ilusión recibía la compra en la cocina. Revisando, oliendo. Aunque las últimas semanas apenas quería ya. “No puedo con mi alma”, decía. Intento reproducir esa sensación. Sentir por su piel que es mi piel. Todo es inútil.

5 de mayo de 2023

FOTOS

Un nuevo viernes. Otro más. Como si el paso del tiempo careciera de importancia. En días así aún la echo más de menos. Aunque el dolor se convierte en un rumor interno, sordo, que fluye fuera sólo un instante. Me llena de lágrimas pero se pueden controlar.

Pesa más la vida, las flores que pongo junto a su sillón, la ilusión por el día que empieza.
Miro sus fotos y me quedo prendida en ese instante del pasado en que buscaba su sonrisa, su bienestar.

9 de mayo de 2023

Y FUÉ EL DÍA DE LA MADRE

Felicitaciones, felicidades, frases hermosas que se me atragantan. La presencia de mis nietos me recuerda que todo esto se pasa. La vida. La pena. Las ausencias. El dolor. Y que yo pasaré y dejaré -quizás y en el mejor de los casos- un pequeño hueco en sus recuerdos. Un hueco que se irá llenando de otras presencias.

Las flores que antes llegaban para mi madre en este día se quedan ahora exclusivamente para mí. Seguiré llenando su jarrón cada semana.

Hablo de ella. Rozo su final. Voy entendiendo su partida. Intento convencerme de que era necesario. Me duele esa manera tan fuerte, tan agónica, de partir. Comprendo que yo tenía miedo a esa etapa final que sabía cerca y que la tenía que enfrentar con Manolo, los dos solos. Mi madre así lo quería cuando demandaba que no me fuera de su lado.

Me gustaría sentirla viva. Es difícil.

17 de mayo de 2023

FIESTAS FAMILIARES

Hemos celebrado una comunión, una graduación, una confirmación. El recuerdo de mi madre es permanente. Busco objetos suyos para que estén presentes en cada acto. A veces se me caen las lágrimas de pensarla, de dolerme con su ausencia.

¿Dónde está? En estas fiestas se apunta a los familiares que ya no están. La herida se me abre un poco más. Una palabra de pésame, un abrazo más sentido que de costumbre y la herida, además, sangra.

¿Dónde está? ¿Qué oscuridad la acecha en ese rincón imposible de mármol de cementerio? ¿Por qué no podemos defendernos unos a otros de la muerte, para siempre, habitando esta vida donde se nos arrojó un día?

Pude protegerla de la soledad y de la noche. Pero ya no. No volverá a los días de brindis y celebración.

Su hueco se hace gigante en estas horas de duelo e incertidumbre.

21 de mayo de 2023

ASOMADILLA

Las palabras de Manolo me dejan una pequeña herida: “No me gusta La Asomadilla”. Se quiebra algo.
Porque dejar a mi madre allí, en aquel cementerio de soledad, donde he ido depositando la nada que queda de mis personas queridas, dejarla allí, si no esta acompañada de mi amor incondicional, agranda su soledad y la mía.

Su lugar en el mundo. El mio también. Hoy y puede que algún día, si es que hay tiempo y amor suficiente para entierros.

Mi madre sí entendía. Pero ella no está aquí. Está, para siempre, en ese no existir de oscuridad absoluta que es la muerte. Y el cementerio de Bullas.

31 de mayo

PARAGUAYAS

Comienza la época de la fruta favorita de mi madre: las paraguayas (también los melocotones, pero las paraguayas llegaban antes). La primera que le traía siempre buscaba la mejor. ¡Qué disfrute más grande!

Después venían las brevas y por último el culmen de la emoción: los melocotones de La Asomadilla.
El pasado vuelve y se hace presente.

Ya nada será igual. La infancia, la pesada adolescencia, incluso esa madurez que nos recorre hasta la decadencia, nada vuelve. O lo hace, quizás, de otra manera.

Siento el impulso de la vida. Un empujón íntimo con el que intento imitar la alegría de tirar para adelante. Aunque a veces cuesta y una paraguaya es capaz de traerme el asombro del día que empieza.

1 de junio de 2023

CUATRO MESES

Han pasado. Hoy me he tumbado en su cama para mirar las paredes, los cuadros, el reloj de pared, posando los ojos donde ella lo hacía. Intentando recuperar sus pensamientos. La ensoñación, el miedo -quizás- profundo de la vida que se aleja. El final de todo lo conocido y amado. Vértigo. Posiblemente dolor. Intentar dejarse ir y no ser capaz.

Al final yo le cogía la mano. Nunca sabe si esa es la compañía necesaria. Coger, nunca agarrar. Dejar ir. Suplicar que la marcha sea rápida. Y Dios, apretando la tuerca un poco más. Como si el sufrimiento de la guerra, las bombas, el hambre y la cárcel de su padre y su hermano no hubieran sido suficientes.
Maldita divina sordera.

2 de junio de 2023

HERENCIA

Hoy es el día de recoger lo que queda de la herencia en el banco. Los tres hermanos. Las cuñadas también.
No me cabe duda de que yo me llevé la mejor parte: los últimos 10 años vividos en mi casa.
No hay dinero que palie su ausencia.

Anoche entraba la luz poderosa de una farola por la ventana de su habitación. Me quedé en el umbral muy quieta, pensando, imaginando que estaba dormida en su cama. Con esa respiración profunda, pausada, tan tranquila. Yo creo que era feliz. Saboreaba la compañía, disfrutaba de la vida. Compartíamos un espacio de cariño y era suficiente.

11 de junio de 2023

Pasan los días, las semanas, los meses. Su presencia sigue firme y el recuerdo, la herida, se hace un poco más dulce y llevadera. Esta noche he soñado con ella. Hablábamos de comprar la casa de campo de Mónica e irnos a vivir allí. Proyectos. Situaciones irreales que ya sólo se darán en sueños, en esa otra parte de mí en la que vivo sin vivir realmente. Feliz y llena de emoción.

Experimentando un presente y un futuro que no habrá. Patrimonio exclusivo de mi imaginación.

24 de julio de 2023

Voy entrando en la última fase del duelo. Será más larga y seguramente continuará el resto de mi vida.
Soy capaz de estar en la presencia del recuerdo de mi madre sin llorar. Rememoro el dolor de los últimos días sabiendo que no había remedio posible y no me entretengo en esa emoción. Todo se suaviza. Mi madre empieza a estar en mi cotidianidad de una forma amable y serena. Como era ella. La echo mucho de menos y sé que en mis últimos momentos la llamaré, como ella llamaba a la suya cuando estaba en el final.

Volveré a ella algún día, cerrando el círculo de la vida. Mientras tanto respiro, aprendo, me ilusiono, regreso al día a día, donde puso su mano, su pensamiento, su amor.
Lo recibo con alegría y esperanza.

(Apuntes sobre el día de mi cumpleaños, el 28 de junio). Fue un mal día. De esos en que no encuentras consuelo. Lleno de soledad, de la más absoluta y perniciosa soledad. Sintiendo el vértigo insondable de la pérdida, de esa y de otras. De todas, en realidad.

Y esa noche soñé con mi madre, con mi padre, los dos sentados en un comedor. Charlando, haciendo planes. De vez en cuando me decían “Estamos bien”.

El 29 de junio amanecí de otra manera. Supe que iniciaba la ultima fase del duelo. Recuperaba emociones y abrazada al silencio, me reconcilié conmigo misma.