Demasiadas Preguntas

 

¿Cómo hubiera sido todo si me hubiera encontrado el buzón vacío? ¿Si no hubieras escrito aquella carta, aquella carta que lo cambió todo?
¿Qué habría pasado si te hubieras dedicado a dar de comer a las palomas de algún parque en lugar de sentarte a escribir?

¿Dónde se quedan las cartas que no se escriben?
¿Todas esas cartas que nunca han salido de la mano del que las sueña?
¿Y las que se perdieron?
¿Dónde están todas esas cartas que nunca llegaron a su destino? ¿Rotas? ¿Quemadas? ¿Sumergidas en el mar o escondidas en las mochilas de un ejército de excluidos?
¿Cuántas emociones se han perdido sin remitente?
¿Por qué tuviste que escribir esa carta?
¿Por qué no pudo resbalar, desaparecer, abstraerse de su objetivo?

¿Vendrá alguien a ponerme algo de abrigo sobre las piernas?
¿Es éste el frío del invierno?
¿O ha llegado el verano y mis huesos se niegan a despertar y recobrar la energía?
¿Vendrá alguien?
¿Quizás esos que me llaman abuela mientras no despegan la vista de lo que tienen en las manos?
¿Traerán con ellos una manta que me quite el pesar?
¿Algo que sea capaz de deshacer el hielo de mis entrañas?
¿O de borrar frases malditas que nunca quise leer?

¿Por qué, 50 años después, aún sigo acordándome de cada una de esas palabras que tú escribiste, ahora que no recuerdo apenas mi nombre?
¿Por qué hay palabras que ascienden por la garganta y emprenden el vuelo y otras, las nunca dichas, se quedan dormidas, inpronunciadas, muertas?
¿Comparten las palabras muertas y las que no llegan a su destino la misma miseria? ¿o conviven en la nada con las que nunca se escribieron?

¿Por qué puedo ver a través de mis párpados caídos toda la vida que transcurrió a partir de aquella carta?
¿Y por qué puedo ver aún con más claridad toda la que me fue arrebatada?

¿Fuiste más feliz con ellos?
¿Tienes también ahora nietos que no te escuchan, que desprenden desdén por la comisura de la boca?
¿Nunca te preguntaste cómo sobreviví al jamás, al nunca, al adiós?

¿Sientes frío?
¿Hay alguien que consuele tu frío?
¿O sigues viviendo en un verano permanente, sin grietas, sin lágrimas?

¿No quisiste conocer mi respuesta?
¿Acaso había alguna posible?
¿Por eso devolvieron mi carta?
¿La rechazaste tú, quizás, envuelto en otra vida y otro deseo?

¿Existen las palabras que no se han dicho pero se han pensado?
¿Y las cartas que no se han escrito?
¿Existen las cartas que no se han escrito?

¿Qué es este lugar, si no un pozo de desechos donde han ido a parar las emociones rotas, la niñez inútil, la juventud olvidada, la vejez vacía dolorida y fea a la espera de la conclusión?

¿Por qué no me llega el aliento? ¿Y el latido? ¿Dónde está el siguiente latido de mi corazón agotado?
¿Es esto el final?